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lunes, 31 de diciembre de 2018

Cuando me vaya, será para buscarte

Mi balance es una palabra. Como si todo el dolor del mundo pudiera concentrarse en un solo punto.
Pero ese punto sube y baja, baila, se revuelve.
Pasa de mi garganta a mi estómago, de ahí a los ojos, y hay días en que incluso se recuesta sobre mis pies.

Estoy cansada. De mirarlo todo como si fuera a acabarse.

Porque lo va a hacer.

Mamá lo hizo. Mamá luchó contra un gigante tanto tiempo... Y soy yo la que dice estar cansada.

Qué absurdo decir que no estás cuando te veo en todas partes.

A veces escucho en la cocina tu risa y cuando llego solo se me ocurre pensar que he llegado tarde.

A veces me despierto y pienso en meterme en tu cama donde no caben las pesadillas.
Luego llego y hay un espacio tan inmenso como esta pena.

Ayer tenía tanto frío que usé el secador para calentarme las manos. Recordé que antes de ir al cole, cuando me secabas el pelo para que no enfermase al salir a la calle, sacudías el secador por mi espalda diciendo 'mira qué calorcito más bueno'.

Te veo en cada cosa que hago.
Como si la vida conspirase para que tus gestos no se perdieran.

No sé exactamente como va a seguir a partir de ahora. Seguiré escribiendo para no perderme.
Te hice promesas que no dejaré de cumplir, para que estés donde estés, al menos te sientas orgullosa.

Si estás. Porque si algo he aprendido es a dudar hasta de mis manos.

Pero las pondría en el fuego aunque ardiesen, por saber que ese puntito de dolor, a ti ya no puede tocarte.

jueves, 20 de diciembre de 2018

En cada monstruo, alguien con más poder

Cuando era pequeña tenía un miedo atroz a las catástrofes naturales, al terrorismo
y a los locos.
Mamá decía que estaban lejos, que nunca me harían daño.
Pero la tierra temblaba y yo sabía que en algún momento se agrietaría.
El fuego se llevaba todos los árboles del monte
y una línea roja se dibujaba por encima de nuestro pueblo.
Vi llover ceniza desde una playa.
Mamá decía que estaba lejos, que aquí no llegaría.
Pero no te subas sola a un taxi,
porque ya sabes lo de la chica que descuartizaron.
Pero no camines sola por la calle,
porque ya sabes lo de la chica a la que apuñalaron.
No vayas al banco. Ni al parque. Ni a la plaza sola.
Cariño, aquí no va a llegar, pero por si acaso,
no salgas sola a los bares.
Tapa bien las copas.
No aceptes caramelos.
Mi amor, tú ten cuidado. Porque si un día llega,
no estarás a salvo.
Ahora que no soy tan pequeña,
mamá no me llama cuando se hace tarde porque ya no puede.
Ahora soy yo quien quiere llamar a mi hermana, a mis primas, a mis amigas.
Ahora agradezco a mi niña no haber llegado
para no temer su partida.
Ahora tengo un miedo inhumano porque si la tierra tiembla
es porque hay otra enterrada.
Porque si el fuego se acerca, escucho los gritos.
Porque en cada mano, otra mancha de sangre.
Ahora me mata el pánico, porque es el día en que nos llegó a nosotras
y no nos hacen caso.
Porque en cada monstruo, alguien con más poder.
Un hombre, de carne, hueso y rabia.

martes, 17 de abril de 2018

Ni siquiera sabes a dónde vas a volver.

He empezado a cultivar el silencio, porque a veces las palabras parecían solo ruido que impregnaba las paredes de esta casa.

Y un segundo callada me traía el eco de tantos rencores.

Ahora respiro, con dificultad
pero respiro. Aunque mis músculos se tensen, respiro.
Aunque las lágrimas me muerdan, respiro.
Primero aire, y después
la calma.

Quisiera saber decir todo pasará, pero he aprendido a no engañarme.

Hay algo que me asusta, un miedo innato al olvido y la pérdida.
A ser recuerdo de nadie.

Es como dormir a solas conmigo
y no querer tocarme los pies fríos por entender que son el principio
de este dejarme marchar.

La luz es un lugar precioso para dormir, pero sin la sombra todo es fiebre y quemadura.

lunes, 22 de mayo de 2017

Mi ruido te atormenta

Mamá quiero explicarte que me he hecho más daño con palabras que con acciones.

Que esta quemadura no me duele. No fue un castigo.

Que setenta tatuajes son recuerdos. Que amo profundamente a estas personas.

Amo profundamente a estas personas que ya no están.

Amo profundamente a estas personas que me hicieron daño.

Amo profundamente a estas personas que se marcharon.

Estoy muy enfadada, mamá, con estas personas por las que daría mi vida.

¿Por qué se marcharon, mamá? ¿Acaso lo merezco?

¿Quizás fui yo quién las apartó de mi lado?
¿Realmente es culpa mía, mamá?

¿Me marché yo, mamá? ¿Me alejé yo?

Amo profundamente a estas personas que soportaron mi mal humor.

A estas personas que me sujetaron el pelo.

A estos que trasnocharon por mí.

Mamá, no me hago daño físico para castigarme.

No sufro el daño que me provoco.

Sufro mirarme al espejo en silencio. No sé quién está ahí.

Observo cada escena de mi vida, y no sé quién estaba ahí por mí.

No recuerdo nada de mí.

No quiero nada de mí.

¿Te presento a mi hija, mamá? ¿Quieres verla?

Me abriría el vientre para que la vieses.

Es un ser pequeño que no quiso nacer.

Su cuerpo diminuto aún descansa adentro. Y nunca tuvo un padre.

¿Me crees, mamá? Tú que crees en la virgen María, ¿me crees?

Mi niña es un ser sin vida que vaga sin rumbo por mis venas.

Mi niña es la lágrima que no supe contarte.

Mi niña es el año de la muerte de mi mejor amigo.
La primera vez que dejé a alguien llorando, y no volví para acariciarle.
El corazón roto de uno que, por una vez, no era yo.

Mi niña es verte temblando en cada sala de espera.

Pensar en mi muerte y dejar completamente solo a papá.

Mi niña es mi hermana viviendo la vida que yo nunca pude llevar.

Mamá, ¿cómo te lo explico?

Necesitas saber qué pasa aquí dentro.

Necesitas saber cómo voy a seguir adelante cuando no estés.

Mamá, yo solo estoy esperando. No quiero que te duela mi partida.

Ven, coge a mi niña en brazos, no pesa.

Es de aire, mamá.

Todo lo que me hace daño en realidad no lo puedes ver, como a ella.

Yo sé que la sientes, posa tu mano aquí.

No es mi corazón sino el suyo.

Cuando vuelva a sangrar, volverá la lágrima. Siento que es su vida la que estoy expulsando.

Pero ella no se va, mamá. Como esta sombra.

Eso es lo que veo en el espejo, una sombra.

Deformada y con otra voz. Eso soy.

El humo que sale de mi carne cuando el mechero la toca.

¿Lo has visto, mamá? Esta herida parece un agujero de bala.

Pero los disparos vienen de dentro.

martes, 21 de febrero de 2017

La culpa

Sangra todo lo que quieras.
Pero no me lo enseñes.
Sangra todo lo que debas.
Pero no me lo enseñes. Hazlo de la forma que prefieras, pero no quiero verlo.
No quiero saber qué te duele. Ni por dentro, ni mucho menos por fuera.
No me toques con esas manos que han tocado sangre.
No me mires con esos ojos que han llorado sangre.
No quiero saber porqué te duele. Ni por dentro, ni mucho menos por fuera.
Que no me manche tu tristeza.
Que no me salpique tu rabia.
Sangra todo lo que puedas. Aquí estoy para culparte después.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Me haré una bola pequeña para que me lleves siempre en las manos.

Ser, apenas, la niña que en el umbral del deseo pudiera, o no, trepar tus manos. Hundirse en ellas.
Ser, siquiera, una loba famélica en busca de huesos.
Ser, sin excusas, el cuerpo tibio que reposa bajo tu mirada.

Entonces ¿qué me hará extrañar tanto si la noche es mía y yo abro los ojos?

¿Qué me hará soportar el tedio cuando tus dedos avancen?

Si estoy tan sola, dime, ¿cómo haré para buscarte si te alejas en cada madrugada?

Si te lleva el sueño, dime, ¿dónde reposo mi tristeza?

Dime, ¿qué quedará de mí cuando descubra que no he vivido?

viernes, 21 de octubre de 2016

Pequeñita

Hay una delgada línea entre el sueño y el miedo. Me he despertado con la cara de mi niña.
Por fin todo son besos.


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sábado, 13 de agosto de 2016

Lo macabro del olvido

Anudo mis cuerdas vocales para formar una horca. Me pongo de puntillas hasta alcanzar la viga de madera que atraviesa el techo. Me enredo, como una serpiente a la espera de la muda.
Me hago un lazo en el cuello y lamo la sangre que aun brota. Trato de pedirme perdón, pero la voz se esconde en un recoveco del páncreas.
El silencio me asfixia más que esta soga.
Recuerdo tu mano en mi garganta para calmarme. Noto vibrar esta angustia que me ata. No necesito nada.
Tu huída fue la excusa para dejarme desangrar.
El sudor se me cuela por las comisuras y empiezo a calentarme.
Si supieras lo que tiembla aquí dentro.
Bajo despacio hasta tratar de rozar el barro que he creado con la arena y mi sangre.
Detengo el tiempo justo en el momento de la despedida.
Me encantaría despedazar tus ojos para que mi muerte sea tu única imagen.
En lugar de eso, aprieto los dientes. Divido mi lengua en dos, una es tuya, y te busca impaciente más que el último aliento.
La otra guarda el secreto de mi pena.

Habría dejado que me despellejases con tal de verte sonreír.

miércoles, 10 de agosto de 2016

La noche más azul del planeta



En ese instante efímero amé más que todas las cosas de la Tierra. Más que los muertos el uno de noviembre, más, incluso, de lo que ama la isla ser encontrada. Amé como todas las conchas aman reconciliarse con la arena. Como las piedras trotan felices tras cada ola. Como el pez que suelta el anzuelo, el hombre que salió a tiempo de la corriente y encontró un naufragio. Como la paz ama el silencio. Como hundirse en la piscina y soltar todo el aire. Amé como se aman los niños, inocentes y sin tregua. En un segundo tan sólo, amé hasta el vértigo, hasta el borde del abismo, hasta la pesadilla en la que caes. Amé con fuerza, como se quiere a un hijo. Y entendí el silbido de la brisa marina, el olor de la comida del domingo, el tacto del pétalo de la margarita. Y no sentí la necesidad de arrancarlo, porque amé tantísimo en ese momento, que absolutamente toda vida era bella. Y todo ser, sagrado.

La noche devolvió el azul al agua,
y a mí al sueño.

Me siento volátil.

domingo, 31 de julio de 2016

Ya no queda nada

Ni siquiera la memoria débil de quiénes aún están en este lado

el borrón suave del que imagina que recuerda

las fotografías que se evaporaron en el incendio.

miércoles, 13 de julio de 2016

Callar por hablar.

Porque yo he venido sólo a hablar de la muerte para que a ti no te duela la sangre, que me han gritado triste
y hasta me lo he creído.
Porque la sola idea de mi hija caminando con la cabeza agachada hacia el colegio me produce tal angustia
que comenzaría a lanzar piedras a vuestras casas
Porque el sufrimiento de cada perro que duerme en la perrera me genera dudas de hasta dónde llega la maldad del ser humano.
Porque tengo la delgadez de una niña que rechaza la insulina por vergüenza.
Porque el cáncer nos toca a todos, aunque esté en otra piel.
Porque hemos visto morir y matar, y ya sólo somos sensibles al dolor cercano, y el ajeno lo contemplamos como una película de sobremesa llamada Tiburón, pirañas asesinas o Serpientes en el desierto.
Que lo verdaderamente triste es no poder decir que lloro a diario
porque os genera una angustia innecesaria.
Que lo terriblemente absurdo es no poder hablar sin tapujos de que con siete años habría amado más si me hubieran dejado despedirme de mi abuelo.
Que lo horroroso es que me impongan Olvido para obtener Felicidad.
Que lo único que hoy en día me importa es despertar de una pesadilla dando gracias de que mamá siga respirando.
Que observar la muerte me da fuerzas, no pena.
Y que hace demasiado tiempo pienso que si no os gusta mi dolor, podéis olvidarlo como un documental del Discovery Chanel.

martes, 14 de junio de 2016

número 41

Porque no tengo nada
Porque este cuerpo mío es de nadie
Porque me duelen las manos como si fueran de otro
Porque estos ojos lloran
Porque estos pies descalzos
Porque en el pecho retumba un reloj
Por el tiempo que hace que no me amo
Por las duchas
Las hogueras
Limpiar el suelo
Lavar los platos
La ropa
Por las avenidas
El humo de los coches
La prisa de la gente
Por la gente
Por el recuerdo
Por lo que no vivimos
Por la brisa marina
Por el ruido de los aviones
Por las autopistas
Los trenes
Los pájaros
Los árboles
Por el tiempo que hace que no me amo.

jueves, 9 de junio de 2016

Silencio

He estado guardando en secreto el olor de la lluvia, el crujir de las hojas y este viento que me mece.
Me he quedado muda de no abrir la boca.
Guardo este ruido
para cuando vuelva el mar a tu orilla.

Te espero, mi vida
entre la humedad de la sangre
y el verano.

viernes, 19 de febrero de 2016

How much i love you

El sonido del granizo contra el césped artificial

La tristeza de tu nombre tan lejos

Las persianas rebotando contra la ventana

tu recuerdo contra mi cabeza

mi cabeza contra la pared

El aliento de mi perro húmedo y triste

mis dedos fríos

Repetir tu canción favorita tres horas seguidas mirando la nada

El árbol de la plaza de mi pueblo atravesando la puerta del bar,

un accidente en la tf-2

Imaginarte en mitad de la isla. Un volcán en erupción.

El dolor inhumano de una pérdida.

Sonreír a un extraño. Echarte de menos en cada espejo. Romperlo.

Sensación térmica: uno.
Estado de ánimo: La ternura se evapora.

Aún te sigo tarareando.

lunes, 25 de enero de 2016

Envasado al vacío

tu cuerpo envasado al vacío
como animales congelados en la zona de neveras del mercadona.

hambrienta tu silueta llora

seré lo que tú quieras que sea

febril, te deshaces bajo las mantas
desaparece la mancha de humedad de tu sudor
ya no huele a nada

salgo a la calle, finjo hablar por el móvil
te hablo a ti
tú no estás

camino del hospital
me desvanezco contigo

mis músculos machacados con un mazo de carne empiezan a respirar

La cama toda tiembla
ya no tengo una casa frente al mar.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Pequeñita, te hablo porque ya no escribo poemas.

He llegado a casa y olía más a cerrado que a hogar.
He pasado parte de la mañana quejándome de no haber dormido. Luego he dormido.
Mientras, he soñado.

He hablado con Pequeñita y dice que va a hacerme el favor de quedarse dentro un poco más.

Los bebés humanos son los únicos que nacen sin haberse formado del todo,
y pasan varios años hasta que pueden ser minimamente autosuficientes.

Pequeñita quiere salir de mi vientre sabiéndose independiente y guapa.

Pequeñita quiere ser cuidada. Yo también.

La copa rota ha perdido todo lo que contenía. Yo también.

Estoy muy cansada de que se vaya la gente. De que se muera la gente. De que se mate la gente.

Los dinosaurios vivieron ochocientas veces más de lo que lleva la raza humana en la Tierra.
Y sin embargo, les ganamos en daño.

Nunca entenderé por qué soy incapaz de entenderos.

No uséis el nombre de ningún dios como excusa.

No uséis el nombre de ningún desamor como excusa.

Somos tan responsables de nuestros actos como de nuestra respiración.

De verdad, qué guerra tan injusta. Ya ni siquiera sabemos quién está contra quien, porque es todos contra todos.

Este es el mundo que queremos destruir para nuestros hijos.

Pequeñita, no existes para ver todo esto. No sabes cuantisimo me alegro.

Pequeñita, ojalá pudiera plantar crisantemos en todos los lugares donde alguien ha llorado éstos últimos años.

Ojalá tuviera la cura del cáncer, para que nadie vuelva a asustarse cuando vuelva al médico.

Ojalá tuviese alas, para ayudar a levantarse a todo el que esté sufriendo.

Mis manos construyen columpios con cada hueso.

Toda la sangre derramada podría sustituir a los océanos.

La humanidad estará perdida hasta que dejen de ganar los mismos con el suelo destruido de otros.

Hasta que las caretas caigan, y las armas caigan, y las bombas fallen. Y los besos vuelvan.

Dejemos en paz a la paz.

La guerra es sólo una excusa tonta para creernos los más grandes.
Y no lo somos. Claro que no lo somos.

Somos cucarachas.

lunes, 6 de julio de 2015

El cuerpo exacto

Pequeñita es todo sangre

la huella de otro día sin palparte

El cuerpo exacto

mi dolor mío
mi tristeza mía
mi debilidad

tengo en la garganta flores que queman

te plantaría besos en el vientre
pero no puedo

mi obscenidad mía
mi falta de pudor
todo este humo

estás demasiado lejos aquí dentro

eres volátil

No tienes manos
alguien te las robó

me da miedo el fuego.

Tú tienes que aprender a llorar todavía.

domingo, 5 de julio de 2015

Sin tu llanto, ¿qué me queda?

A veces pensaste que estar triste no era esto;

ni caminar con los pies atados

ni pasar la lengua por la vitrocerámica aún caliente

ni acariciarte la garganta por dentro para ver si aún no se ha regenerado la piel que me arrancaste

ni volver a escarbar en la herida

hacerle túneles, autopistas, puentes colgantes

no, estar triste no era reconocer tu nombre aunque estuviera escrito en braille entre un millón de cuchillas de afeitar

ni pintarte las uñas de negro para no ver cómo sangran

ni esconder la cabeza en el agujero de tu ombligo

ni comenzar a olvidar por las cosquillas

y acabar por una lápida.

cuánto tiempo pasará hasta que deje de visitar tu tumba vacía.

cuánto tiempo

buscándote en mi vientre

cuantas cicatrices hacen falta
para ponerle nombre
a alguien que no existió jamás.

si noviembre es un sueño,
el resto de meses: sólo pesadillas.

Te echo de menos.

lunes, 29 de junio de 2015

Tres días sin dormir para no volver a despedirme.

                                                            Si pudiera, te besaría.  http://ellaestasola.blogspot.com.es/2015/06/blog-post_11.html?m=1


Me he sentido sola hasta reconocer que no era para tanto

También me he visto encerrada por fuera
de mi misma
y ahí sí que vi cementerios enteros de vacío

Ahora ya no pasa nada
porque pequeñita empieza a andar con las manos
y yo ya no necesito armas
para arañar.

Ahora sólo quedan pesadillas tristes que no me pertenecen:

noto las pestañas de mi niña abrirse y cerrarse fuertemente

noto sus sueños de niña
en mi vientre

noto
sus dientes sus manos sus uñas

noto que
 mi niña no está muerta
aunque ya nadie late aquí.

Me despierto
Y ni tu sangre
ni tu sueño de niña
ni tus dientes manos uñas

Ni siquiera yo estoy aquí.

viernes, 22 de mayo de 2015

Si tú supieras.

Quiero mecer lo único que me queda en las entrañas: todo este ruido que hace tu recuerdo.

Tanta arena llena de cristales
desgastados como yo

del paso de las olas

del tiempo perdido

de la noche en que dejamos de luchar. Creo que era de noche

Creo que aún estoy allí.

Creo que aún emiten calor
(mis entrañas)

Creo
como si no fuera el último resquicio de fe

la última oportunidad de imaginarte
en mi mano
en mi pecho
en el hueco que dejó tu ausencia.

Todo este ruido, pequeña
que no para

como no paró el mar de traer tus restos a la orilla

Como no paré yo
de volverte a buscar.

Como este olor a café que augura
que otra vez no hemos dormido
que pronto será la última.

Como este quedarme inmóvil
sonriendo a toda esta sangre tuya que me acaricia.

A toda esta sangre tuya
que se hace barro con la arena

que juega con las rocas
a dibujar rostros rotos

Como cuando fui niña y la playa podía ser el paraíso

Y ahora, que vuelvo a la inocencia
de creer
que en el infierno, al menos, no vas a tener frío. Pequeña.

Pequeñita.

Que hasta luego, a veces
siempre es hasta siempre. Que no te sé decir adiós.

Hasta luego. Pequeñita.

martes, 28 de abril de 2015

Oigo follar a los de arriba, creo que somos nosotros.

Me he subido a la mesa
 y todo aquí parece más real. 

Como en el club de los poetas muertos, 
pero sin ti debajo para sujetarme mientras salto. 

No pasa nada, en el sueño siempre me sostienes
contra la pared
sin ningún esfuerzo mayor que el que hace tu cuerpo contra el mío.

Los de arriba llevan una semana sin parar de follar. 

Ya puedo distinguir cual de los dos está a punto de correrse. 

Sonrío. 

Soy yo la que se sube la falda cuando entran por esa puerta
(escucho las llaves en la cerradura, 
el llavero tintineando 
Al gato maullar)

En esta celda
las paredes cada vez están menos acolchadas,
supongo que quiero saber exactamente 
de donde salen tantos cardenales. 

A veces te imagino en el sueño. En aquel que no va a cumplirse 
ni aunque un vendaval sople todas las velas. 

A veces te sientas a mi lado
y me tumbo 

Y sabemos que esta vez
llamarán a la policía 
por nosotros. 

Me bajo de la mesa;
no hay nada como poner los pies en la tierra
para saber qué es la distancia. 

Y que sigo sin saber dónde estás. 

sábado, 14 de febrero de 2015

Lo que pronto viene, pronto se muere

Me he clavado flores por todo el cuerpo

no tenía orificios suficientes
por los que sangrar.

Salir del aislamiento
es
exactamente
volver a asesinarme.

jueves, 12 de febrero de 2015

De la enfermedad

este suelo se ondula
y yo me siento como un moisés   inexperto
tratando de andar sobre las aguas

entrañas rojas pestilentes

cáncer en los huesos de otro

metástasis es una palabra que duele:
metástasis

tumor cerebral
fisura de tibia
infección de garganta
esófago podrido
úlcera en el estómago

me duele el pie

izquierdo

el pecho

izquierdo

el cuello atravesado por una flecha

pustulas en la cara

un pelo precioso que se cae a mechones.

Observarte, todavía, en tu ataúd.
Lo mismo da fuera que dentro.

viernes, 30 de enero de 2015

jueves, 22 de enero de 2015

Supongo

Supongo que a veces estoy triste cuando lloro
dice Rafa.

Supongo que no te llamo
porque tu número se quedó escrito en los muros
de aquella casa que derrumbé cuando te fuiste.

Supongo que no soy capaz de pedírtelo de nuevo.

Que no nos encontraremos en un bar, por la casualidad que siempre forzábamos
para volver a vernos.

Supongo que no estamos en la misma ciudad.

Que no recuerdas a qué velocidad ibas
la última vez que te masturbaste
mientras yo miraba.

No se me ocurre metáfora para esto.

Supongo que lo que escribo sólo habla de mí,
porque sigo sin conocerte.

Porque "te odio" es lo más cercano a un encuentro. Forzoso.

Ya podríamos chocar
para fingir, en un intercambio de seguros,
un roce de piel.

Seguro que lo harías.

Supongo, digo.

Te supongo de tres metros.

Me supongo atada a una cama, con camisa de fuerza y mordaza. Evitando correrme.

Tampoco encuentro metáfora para el océano que provocas.

Supongo que no.

Hoy he ido al médico. A fichar mi vida.

A mentir. A jurar que esta vez voy a seguir el cauce del río.

Lo prometo. Supongo.

Ha empezado diciendo que tampoco está tan mal sentirme más muerta que viva. Que él también.

Hemos terminado en un abrazo

en que

supongo

he recordado que si tú fueses un árbol,

todas tus raíces ya me han destrozado la piel.

viernes, 2 de enero de 2015

A estas alturas, no damos la talla.

A estas alturas del día
ya nos hemos duchado
sacado al perro a pasear
masturbado tres veces

Cuatro

Hemos lavado los platos
desayunado

Porque en casa no se come hasta que está todo limpio
aunque a veces pasemos una semana de ayuno

Ya hemos solucionado el problema de la capa de ozono. Y se nos ha olvidado apuntarlo en cualquier sitio.

Cinco veces nos hemos masturbado.

Hemos llamado al 112 preguntando si ya nos han encontrado muertos.

Aún no hemos reído.

Estamos a día dos del mes.

Ya no tenemos dinero en la cuenta.

La derrota es un fin. Dice Borges.

Ya estamos cansados de este año.

Menos mal que los partes de alta
los hacen por la mañana.

Ingresé cadáver

Y a estas alturas del día
nadie me ha enseñado a resucitar.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Me gustaría hablar contigo.

Me gustaría hablar contigo.

Me gustaría contarte que cáncer es una palabra preciosa. Pero duele.

Me gustaría verte sonreír en lo alto de un árbol de navidad, y no verte con tanto destello.

Me gustaría cogerte de la mano
y llevármela al pecho

No para que sientas que todavía me acelero cada vez que abres la boca por cualquier acto involuntario que te sobrecoja

- inserte estornudo, tos o esputo en este momento

No, quiero que me toques las tetas y digas que siguen pareciéndote preciosas

Me gustaría hablar contigo para decirte que estás guapísimo con el pelo largo.

Con el pelo largo atado.

Enredado.

Da igual.

Me gustaría hablar contigo para ponerte sobre aviso. Lo que voy a hacerte es 50% dolor.

El resto, luego te lo muestro.

Me gustaría hablar contigo para decirte que te extraño

Que tienes las manos grandes

La sonrisa aún mayor

Y yo quepo en ambas.

Me gustaría hablar contigo porque estás demasiado lejos para tocarte.
Y ya ni siquiera sé en qué puerta tendría que hacerlo para que seas tú quien abra.

Me gustaría romperte la ropa.

Y que te dé tanta vergüenza salir a la calle desnudo
que te quedes para siempre en mi cama.

Me gustaría que Navidad fuera un dolor cualquiera,

como un catarro
O una chocolatina caducada.

Me gustaría no recordar tu voz
para tener una excusa por la que llamarte.

A gemidos.

Me gustaría que me mandases un mensaje, con tan sólo dos palabras:
Estoy aquí.

Así sabría que todas las mentiras que me cuento
saben tragarse las suyas.

Me gustaría
por una sola noche más
hablar contigo. A la cara.

En la cama 

Y decirte alguna tontería de esas,
por ejemplo: Yo, también.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Soy una amenaza

Desde que todas las flores del jardín
han notado que es invierno
parece que es más fácil
morirnos de frío.

Cada vez que intentas abrigarme
te quedas helado.

Cada vez que siento que no estás
rompo un espejo.

Supongo que de ahí esta mala suerte.

También en la salud,
que la enfermedad es siempre. Y no quedan camisas de fuerza
para todo este duelo.


A quién hay que contener
en un frasco
para que la esencia de tanta derrota
no sea que al final
de los finales
todos terminamos bajo tierra.

Como las flores.

Todos

acabamos

muertos.

Como las flores.

Hay escarcha por todas partes

Hay partes de alguien por toda la casa.

Algo me duele,
y sé exactamente quién.

Deja de mirarme como si no supieras
que prefiero no esperar
nada ya
de los médicos.

domingo, 16 de noviembre de 2014

La fiesta del olvido.

Hemos hecho una fiesta:

Estuvieron en casa los recuerdos de alguien que no los tiene ya
Dos amigos que ya no recordaba
Un profesor que pasaba por aquí hace muchos años
Una contorsionista que había olvidado todo sobre la flexibilidad
La sonrisa que se quedó enmarcada en el espejo de la primera habitación donde te desnudé
El vecino del tercero que tenía dos bicis y un equipo de buceo
Todos los besos que no nos dimos
La limpiadora de la primera planta del hospital
Un perro que abandonó a su amo
Como tú  a mí
Los poemas que se van a convertir en libro
Un mesías que hizo del agua
Coca-Cola
Las tres amigas más guapas que he tenido nunca.
El chico que siempre está en la misma calle
a la misma hora
que yo desaparezco.
El año de mi vida en que entendí
que era ese el momento. Y ya no se va a repetir.
Las mentiras que me cuento.
Las que me creo.
Las que hago como que no escucho.
Las que no digo en voz alta.
Las que me dan de hostias cuando no duermo.
Las mentiras.

Todos ellos
conmigo
Han hecho una fiesta: Ya nunca quiero invitarte a la penúltima copa.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Estábamos tan locos, que nos lo creímos de verdad.

Ahora te echo de menos
como quién extraña al miembro que tuvieron que amputarle en la última guerra mundial

En el último capítulo de House que vi, mediante un espejo
conseguía hacer que a un mutilado dejase de dolerle la mano que le faltaba
después de treintaynosécuántos años.

Ojalá alguien inventase algo parecido para el corazón.

Un simple ejercicio psicológico, que con apretar fuertemente mi mano izquierda
hayas desaparecido de la derecha.

Y viceversa.

Como un truco de magia en el que el mago no supo hacerte volver.

Si me quedo callada, al menos, dos segundos,
soy capaz de oírte caminando por mis venas.

Aporreando los barrotes de mi piel con una barra metálica.

(Supongo que a eso sabe mi sangre
cuando me lamo una herida que no sé cuándo me he hecho.)

Si aguanto la respiración durante un minuto completo
voy notando como te apoderas de mis pulmones
y los llenas de humo

y me paso el día tosiendo.

También sé que cuando me despierto de una pesadilla
te paseas por mis pupilas
para asegurarte de que estoy despierta.    El otro día casi pude jurar
que te sentí colgado de mis pendientes
susurrándome al oído alguna tontería de las tuyas, que ya ni entiendo.

El otro día Javi estuvo hablándome de muchas cosas, pero me dejó muy grabado lo de que cada vez iría haciendo poemas más cortos.

Esto no es un poema. Tampoco es cada vez más corto. Y Javi sigue teniendo razón.


Pero llevo casi 20 minutos con las piernas cruzadas, y no sé si siento hormigas en las plantas marchitas de mis pies
o unas ganas terribles de que hoy te pasees,
como cualquier otro día,
por mi ropa interior.


La última vez que soñé contigo estabas rompiendo folios en blanco.

Ahora dudo si lo hacías por rencor,
o porque siguen doliéndome las manos de tanto intentar cortármelas.

jueves, 7 de agosto de 2014

Gabriela

Las veces que debí escribir tu nombre
y no lo hice.
Desordené tanto las letras que hasta parecías otra.

Las veces que quise marcar tu número. Y ya no lo conocía.

Poco recuerdo de tener 7 años.
O 12.
O 16.

Excepto Gabriela.

Larga como una mañana de verano en la que sólo quieres lamer la playa.

Dulce como la mancha de chocolate
que me quedó en la camiseta que me quitaste aquel día.

Gabriela tenía el pelo
del tamaño de una hoja de palmera. De verdad,
jamás entendí su pelo.

Ni su sonrisa.

La sonrisa de 7 de la mañana en punto y en frío
y ella de colores.

No entendía nada. Por qué una falda
le quedaba como una carpa de circo: llena de risas y leones.

Por qué conseguía subir una escalera
con sólo poner un pie en el suelo.

O esa bendita obsesión por llevar sandalias cuando llovía. Las camisetas de asillas en pleno diciembre.

Las canciones tristes en medio de la fiesta.

El viento que se paraba para que ella pasase.

La boca de Gabriela. Y sus innumerables dientes.
Los gestos de Gabriela.
El sitio en el que se sentaba
para que temblase el cielo un poquito.
Las manos de Gabriela agarrando el bolso de Gabriela, de colores. Como Gabriela.


Es la primera persona de la que tengo recuerdos.
Creo.


Apenas puedo pensar ya en su voz, de hecho
casi no la oigo en mi cabeza.

No sé qué día en concreto desapareció de mi vista,
ni siquiera si de verdad existía
o era sólo
la chica que sabía agarrar las nubes para mí.

Si Gabriela aún me escucha, que no me espere despierta
nos vemos en el invierno.

sábado, 2 de agosto de 2014

Si esto es verano, que me lleven a tu infierno.

Ojo que me he olvidado de lo que pasa cuando no se llora.

Que ahora sólo sueño lo que no me haces. Y casi todo son pesadillas. 

Que escribo corriendo. Detrás de ti. Por si te alcanzo.

Que el día en que llegue estoy segura que no será tu hombro el que toque.
Ni serás tú quien se gire.
Y seguiré yo llorando.

No me mires con cara de asombro
al verme muerta.

Debiste pensarme antes.

Ir en dirección prohibida es coger la calle de tu casa.

Estás en obras.

Estoy deshecha.

Se ha terminado la gasolina.

Y nadie me prendió fuego.

Voy a esperarte en el más allá. Corre.

Quiero asegurarme de que no es tu cara la que me mire al final del túnel.

Nunca me devolviste el corazón por amor, sino por pena.

Ojalá te hubieses asegurado de poner tierra entre nosotros.

Ojo, que ya no sé para qué vine.

Que has cambiado tanto de teléfono que he terminado por no aprenderlo.

Que sonrío al verte pasarme de largo.
En el cementerio.

Que llevo una lápida colgada del cuello con una frase en lugar del nombre: Ahora no consigo acordarme de dormir.

Y todavía estoy tratando de olvidar que ser feliz
no implica necesariamente
dejar de buscarte.

sábado, 24 de mayo de 2014

Al menos yo sé dónde he estado

Aún lo recuerdo. El crujir de las costillas.

El dolor del miedo
El miedo en sí.

Tú partiéndote en dos mientras yo en mil

Las marcas moradas, verdes y amarillas

Curarme desde el suelo.

La puerta cerrando la ventana

Cristales preciosos incrustados en las paredes.

Aún te recuerdo, sí,
desnudándome

Clavándome contra los muros de esta habitación

Acusándome
de haberte seguido
esperando.

Naufragando.

lunes, 21 de abril de 2014

Eres todo lo que quise ser. Y ya no quiero.

Imagina a Sabina cantando Barbie Superstar.

Tenía los pies diminutos. Apuntando al cielo.
Soñando con el día en que todo
iba a arder.

Hazte así, que se te cae la cara de vergüenza,
y prefiero las bragas.     Me dices.

Hubiera dado nada por una sonrisa. Tuya.

La nada te juro que es solo ruido. Y un poco de sueño.

Esto que nos hacemos
se llama despertar.

Eres todo lo que quise ser.

Y ya no quiero
ponerme debajo,

dejarme obligar
a dejarte.

Dónde cojones has vivido antes de nosotros.

Eres todo lo que quise ser, pero no te puedo.


A los 14 fue la reina, y hoy no sabría qué decir.

Explota por los suelos. Desde que te fuiste.

Huele a tu perfume en los contenedores quemados
de la última manifestación
del poco amor que nos quedaba.

No sé qué pasó antes del portazo.

He visto amanecer desde una ventana. Cerrada, yo.

He visto a demasiada gente olvidar su vida.
como para querer olvidarte.

Por eso he empapelado las paredes de esta cárcel de sal
con recortes de tus restos.

No sé si te descuarticé por amor
o por placer.

Me saben las manos a sangre. Y sonrío.

La nada.

Estás tan encogida.          Me dices.

Voy a desaparecer.

martes, 14 de enero de 2014

Tantas cosas.


La última vez que me senté a hacer algo así,
no me sentí. Y ni me acuerdo.

A veces no entiendo por qué hago lo que digo
y no digo lo que hago. Ni por qué estás tan lejos.

Por qué llevo meses sin un puto abrazo.

Mirándome sola
donde antes nos veía felices.

Hace tiempo que no veo mis pelis favoritas
por vigésimo tercera vez. Ni voy a buscar a nadie.

Hace tiempo que si vuelvo a casa, no estoy en casa.
Que si me quedo, no me reconozco.

Que no me voy.

Hace mucho tiempo ya que no te llamo,
ni te brindo una copa, ni sonrío cuando me devuelves la sonrisa.

Porque ya es hora de quedarmela un poco para mí. ¿Me crees?

Llevo tanto despidiéndome de todo
que dar la bienvenida
es sólo el principio de otro viaje.

Correr siempre es huir.
La diferencia es la dirección.

Tengo frío. Como si fuera verano
a tu sombra.

Como si llevase toda la vida
sin vivir la mía.

Soy un ovillo de nada; para no ahogarme, lo reconozco,
prefiero la cuerda en la garganta.

Por dentro.

Y tirar de ella hasta quedarme vacía. Ahora que no lo estoy.

Ahora que el mar
lo llevo conmigo. Adherido a estas paredes
manchadas de sangre.

La sal no deja que crezca ni una flor aquí. Qué dulce.

Los barcos naufragan en mis costillas
porque no encuentran tu luz
en el fondo del túnel. Porque ahora cada vez que abres la mano
es para masticar cristales.

Porque me quedo rota en la cama
y sé que te has ido. Aunque prometas mil veces
que nunca.
Qué siempre.

Llevo tantísimo tiempo contándolo.
Recogiendo lágrimas que ni se ven,
en manos ásperas. En corazones cansados.

Tengo tantas ganas
de enseñarte qué soy. Y tanto miedo.

Y tan poca luz. Y esta herida de náufrago,
de isla perdida
que no quiere que la encuentren.

Yo qué sé, ya sólo concibo el amor a carcajadas,
como la tristeza, la ira, la apatía...

martes, 26 de noviembre de 2013

Alérgicos al olvido.

Hemos aprendido que construímos casas
justo encima de nuestras propias tumbas.

A mí ya no me caben más rastros en la pantalla. Por eso no escribo.

Supongo.

Esta ola tampoco me trae noticias tuyas.    A la mierda todos los vivos.

Parece que llueve
un mar que se nos revuelve sobre la cabeza.

Como la lucha, sin tu cadáver, mi vida

Nunca supe diferenciar dónde empezaba
y si iba a tener fin. Pero tampoco ahora quiero saberlo.

Es todo tan surrealista. Que no cierres la puerta
para quedarnos bien abrigados dentro.

Que no sonría los domingos.

'Te veo bien', me dijiste. Qué mal debes estar.

Y el deber es una putada,
ya sabes que a esas condiciones no pude acostumbrarme.

Lo peor es lo importante. Por ejemplo.

Reconocer que arrancarme la piel me pone más cachonda
que quitarme la ropa.  Perdamos el control
de lo que pasa en el espejo.

Juro que si me guiño un ojo
es sólo para disparar mejor. Apunto.

Tú, tan frágil, tan ceniza,
no me digas que no aprendiste a volar. Ya no duele a ti en el salón.Ni en la cocina. Ni en los parques.

O sigue haciéndolo tan fuerte que parece primavera.
Y nosotros alégricos al olvido.

Quizá
todo lo que debimos hacer fue lamer las gotas que cayeron en la mesa
mientras otros discutían
sobre el estado de ánimo del vaso. Si quieres lo explico: Va a doler.

Tengo un vacío existencial muy flexible,
a veces me pide que me ponga arriba... Y te observe ahí abajo, amor.

Recordado y tan alegre.

No hay manera de despedirme.

No estás muerto aunque lo padezca.

Bueno, todos. No lo olvides, en casa siempre brindamos por ti.

He tocado techo de tanto llorar.

Pero voy a seguir contando contigo. Al final,
mira,
al cantante le ha dado por cantarme. Y qué caritas. Me pone.

El corazón en un puño cerrado.
Tengo la sensación de que si lo abriese
me encontraría tanta sangre,
que ni yo me reconocería.

¿Recuerdas la época en que siempre quería que fuera martes?
Ahora además: 13.

En estas paredes casi nunca he vuelto a ser una niña.
Puedo ver las marcas de todas las veces
que se me han estrellado los sueños
por no morirme. Por no haberme muerto.

A veces pienso. Qué sorpresa.

Tal vez el problema fue
que estaba convencida que el lado bueno de la soledad
era estar sola.

Para qué mentirnos.

Ahora qué.

Creo que voy a dedicar mis restos a contar lunares,
y arañazos. En una espalda
hay más calor
que en el desierto al que huí hace tiempo.

Creo que voy a pasear por unas manos
que me sepan sostener. Mientras me quieran.

Creo que voy a confiar en que el futuro exista,
y no tenga nada de puntería. Pero sí muchas sonrisas después de besarme.

Y creo, sobre todas las cosas, que voy a hacerme una tumba en la que quepan
cien ciudades en ruinas, viento en prosa en toda brecha,
y sin luces parpadeando
por estar demasiado cerca de amar.

Te acaricio, donde quiera que vivas,
la otra mejilla siempre.

martes, 29 de octubre de 2013

Pasado: participio del verbo te has ido.

"Después sucede que te cambias de camiseta frente al espejo. 
Después algo nos hace gracia. 
Después sucede que ya no estás por ningún lado"

Marcelo Luján



He aprendido a pincharme sin sangrar. Y no me vale de nada.

Es como lamerme los huesos después de correrme
pensando en ti

Y quedarme rota frente a un espejo resquebrajado
que ya no te muestra.

Estoy inmóvil, cadáver
mientras me miras. .

En la misma playa donde anoche
te sentí por primera vez vivo de frío y de verdad. Con escarcha en las venas.

Cada vez somos más muertos a este lado de la vida,
qué maravilla. Llenarnos de gusanos
que nunca serán mariposas.

De insomnio están los gatos llenos. ¿O viceversa? No lo sé. Igualmente
nunca es tarde si te dedican una mueca. Triste.

Y devoran a todas las ratas que quieran hacerte daño.

Lo nuestro duró, que ya es bastante sabiendo lo que teníamos.

Ahora ya no me sale escribir el daño
por si te lo hago. Pero te seguiría dando la mano, ignorando la espada
que llevas en la otra. Ya me conoces, contra la pared
sólo puedo darte dos opciones:
Embestir.

Este ir con pies de polvo: deshaciéndome.

Jugando a dibujar tu nombre en la arena
por si las horas te borran mejor.

No invadas mi espacio,
estoy en el rincón de no soñar.

Qué tiempo hará en tu habitación.

Cuántas veces te tocas pensando en mí.

Seguirá girando el mundo en tu ombligo.

Las inmensas preguntas, Nacho.

La misma respuesta: Llueve. De tu puerta a la mía.

Antes de que te apagues. Y me apague.
Y no nos queden luces, ni sexo
ni misericordia
en las manos.  Dile a las farolas que nos dejen besarnos al pasar,
joder.

Me agotas la existencia. -te digo.

Y los ejemplos.

¿Alguna vez has entrado en tu casa
y has sentido que estaba llena de gente que no conoces?

Pues a mí me pasa incluso cuando está vacía. Encuentro mi sombra y me veo rodeada de gente.

Ya ni volver al silencio
me basta para abrazarme.

No es lo mismo una ciudad en ruinas
que una destrozada. Que no se te olvide.

Y que una isla desierta
no siempre está abandonada.

Pregúntale cómo ha llegado ahí.

Y por qué.

Necesito una bañera. Llena hasta el borde,
con agua caliente y mucha espuma.

Y una tostadora encendida. Como en las pelis americanas.

Lo peor del amor es cuando pasa.
Concretamente: a ti.

Desde fuera se ve todo más bonito y ahora me suena raro de cojones
decir que hubo algo nuestro, sabiendo que todo eran cenizas.


Si se te acaba el gas en mitad de un recuerdo, ¿por qué lloras?
¿por el suicidio frustrado
o por masturbarte con agua fría?

¿Dónde están tus algodones ahora que cae el frío
y me quema la noche por dentro?

Te voy a poner la otra mejilla siempre, lo sabes de sobra,
pero sobre el pecho, para escuchar cómo me matas, corazón.

Quizás me esté inundando yo y no la calle.

No hay campo de flores muertas lo suficientemente grande
que represente cómo me has arrasado.

Y este miedo a las despedidas. De quién es.

¿A qué te recuerda ese techo de estrellas
fugadas
que se te viene abajo?

No sé qué nos está pasando. Llegó el día en que a los gigantes
se les cayeron las columnas de los sueños.
Ahora nos queda un molino sin aspas,
mucho viento, y ninguna vela.

De verdad, no puedo con los miedos que se cumplen.

Y a veces me parece
que de verdad alguien se había muerto
mientras yo estaba enterrada en toda tu mierda.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Aunque esté mal contar mentiras.

Quería escribir un libro

un libro lleno de arena,
que me recordase a ti en cada una de sus putas páginas.

Hubiera descrito todos tus golpes,

me habría subido la falda
únicamente
para que tú me vieras. Feliz.

He estado planeando el suicidio perfecto,
el que, sea como sea
acabara contigo antes. Pero ya ves, aquí sigo,
vivita y sin escribir.  Nada. Sin una isla a la que subirte.

Vaya mierda.

Que te recuerdo follando en sofás naranjas,
sábanas naranjas
cielos naranjas. Y tú queriéndome en negro.

Y dejándome sin tinta.

Dónde cojones estará tu espalda ahora que no soy yo
la que se corre porque me besas.

No me hagas caso,
estoy cuatro rones más triste que tú, qué esperabas.

Ando sin bragas por casa, esperando que alguien
venga
a hacerme poesía
y no caer.

Tengo cosas que contarte:
-Soy escombros desde el maldito 11 S.

El de Manu, digo.

-Hace 22 horas que no lloro.

-Tengo miedo a no sangrar. A estas ganas de abrirme las penas
de arriba a tus bajos
para ver tinta de una vez.


La gente que me quiere no lo va a entender nunca. Que me despierte todos los putos días
con la terrible sensación de que
aún
no me he muerto. -Borges diría ahora
que nunca va a morirse del todo dado que aún no lo ha hecho, 
y qué acojone me está dando.

Vengo a besar a cualquiera
en los portales.

A enamorarme de una pantalla
de pelo largo, y labios bonitos.

Vengo a beberme copas
que ahora están enteras.

Como todas las naranjas desde que no eres mi mitad
en ningún sofá
o sábana
o cielo.

Vengo,
de vengar. La memoria de los que siguen aquí.

Vengo, porque venir es alguna forma de volver,
en un mundo paralelo.                         Seguro.

Te estoy sonriendo.


En cualquiera de los casos, sólo me interesa saber
que el mundo empieza
y acaba
en la puerta del mar.

sábado, 28 de septiembre de 2013

A 39.000 pies también te pienso

Como un siento que empieza mal;
que llueva antes de dejar tierra.

Qué alas tienes, amor
Perdona por querer abrazarlas en pleno vuelo.

Estoy hecha para saltar
a ojos cerrados.

No sé dónde me busco, ¿esa nube la hemos pasado ya?

Déjame llorar, que no quiero huir.

¿Sabes? Las olas tienen dos posibles vidas:
Una es crecer hasta encontrar donde romperse. La segunda perder toda su fuerza.

Tú eres mi excepción.

Desde que sé que existes
no tengo ni puta idea de lo que es el invierno.

Será que me he enamorado
del aire de tu pelo.

O que me sobra el frío desde la primera vez que te escuché suspirar
y te supe. A mar. Mío. Menos mal que no me ahogo.

¿Y si me pierdo, vas a venirme a olvidar?

Visto de blanco por bandera,

por darle tregua a la muerte,
que necesita descansar
después de masturbarse.

Mientras te mira.

Qué alma suicida has conocido.

No me quedan excusas para esta sangre:
He estado limpiando el daño de las cosas, para que no hayan espinas
cuando me veas.

Odio que pisen las flores muertas de mi jardín,
pero te dejo la puerta despierta,
vuelve a despedirte, pero esta vez para quedarte.

Conmigo.

Quiero vivir todas tus únicas vidas. Y ponerte en pie
con la boca.

Yo qué sé, soy una romántica;
podría sonreírle a la suerte
cumpliendo todos tus sueños, despejando cada una de tus dudas
y comiéndote la polla.

A esta brisa la llamaré: No me quedan desiertos donde esconderme.

Me vivo de sed: ¿vuelves a correrte en mí, corazón?

Acuéstate a mi lado, anda, que no tengo voz para decirte 'ven'.

sábado, 31 de agosto de 2013

Tenía que explicártelo todo, joder.

Había que decirte por qué
este espacio
y no tú.

Porque hoy es domingo, todos los martes.
Y sábados.

Exponer uno a uno
mis puntos de vista
y de sutura. Darme en tragos cortos,
por lo del miedo lleno
medio vacío, del que te escapaste.

Leerte los poemas
en voz alta,
y clara, y acariciándote el pelo (cómo no)

Tenía que sonreírte si hablaba de ti,
porque si no lo hacía
te enfadabas. Hablar de ti, digo.

Gira el mundo, gira, a tu alrededor o que se pare.

Recogías todas tus cosas en la mochila verde cuando empezabas a odiarme,
con la esperanza al fondo,
donde nosotros.

Luego yo te besaba,
y claro,
ahí nos quedábamos. Sin promesas;

sólo la mochila verde, los versos
a los que querías buscarle sentido
en dirección contraria,
y yo, pidiendo auxilio. Y tu perdón.

Con el mal bañándonos las dudas,
sin despedirnos. Ni despeinarnos.

Sólo otro beso. Y otro. Y otro. Y otro. De la muerte.

De la rutina.

Lo peor era mirarte fijamente a esos ojos
que ya no me veían. Y yo ahí, sin pestañear,
por si te perdía de vida. Y se me caían los deseos.

Acostumbrarme a tu ausencia
mientras sonreías en el desayuno.

Buscarte en la cama. Y en el espejo.

No lo entendías. Ni siquiera lo pensabas.

       Yo boqueando,
como un pez sin tu saliva. Me tomabas por loca
sin beberme siquiera.

Aún me pedías explicaciones,
y me dabas excusas, como que ya no podías hacer de imán
porque los polos opuestos, ya puestos
también se repelen.

Bajabas hasta la puerta y dibujabas una ventana.
Cerrada.

Y te ibas al verano.

'Yo aquí no pinto nada', y te tirabas por tierra
sobre mi tumba.

Y la vida nos siguió, para sorpresa de Joaquín,
con el juego macabro de los daños.

Todos los días
en la lista de la compra, anotabas:
'Niña tonta, enamorada del amor
y del suicidio. Cómo voy a quedarme.'

Para eso no hizo falta explicación, claro.

Que cada vez que volvías significaba
que te habías ido de nuevo.

A dónde, si tu brújula ya no marca mi norte.

Cuando te pierdo los pasos
no sé hasta dónde llega mi casa.

Hace ya tiempo que ni vivo
ni me dejo morir para contarlo. Para qué quiero la primavera,
si de este deshielo no voy a salir.

De las pocas cosas claras que me quedan,
todas tienen que ver
con que no haya ni una puta margarita
que te niegue algo.

Eres la flor más bonita a la que jamás me he atrevido a dejar plantada.
En mí.

Isla desértica que soy.

Tú arrancándote pétalos,
como un trébol de cuatro hojas intentando encajar.

Yo limpiando el suelo al que no nos resignaremos
sólo porque aún no nos podamos poner en pie.
De guerra. La paz, contigo.

Justificaste otro viaje con tus heridas. Hacia el centro de la certeza
de que esta vez
ya no vendrías a leerme,
a pedirme razones, ni corazón,
ni poemas
ni recuerdos.

Sino otro beso. Y otro. Y otro. Y otro.
Y tu suerte.

Y la mochila verde,
y el epitafio que nunca supe escribir.

Yo ya sólo puedo dormir con los pies fríos. Y tú no lo entiendes.

sábado, 24 de agosto de 2013

Donde he estado.

Sigo congelada en esas manos

en tus malos modos de quererme bien

en este mirar de reojo como que no me miras cuando me tocas
Como el pájaro que se abraza a un poste de alto voltaje.

Vivo continuamente en la noche antes de la noche en que tampoco te olvidé.

Me he quedado a dormir en otro 'adiós'
de otra boca
entre mis piernas.

Qué manía con llamar 'amor' a cualquiera con quien me apetece pasar la huída

Si no eres tú.

Sigo odiando los colores vivos. No sé qué dice eso de mí. Supongo que nada,
que te ahogas.

Cogeme la carita así, que voy a morirme.

A quién esperabas volver a no ver.

Se me ha suicidado otra pestaña ahora que lo que te deseo
es lo de siempre,
tu risa en mi ombligo. Que me enseñes a silbar.
El lienzo de tu espalda.

Cada vez estoy más lejos de todo,
como para contar conmigo.

Donde he estado.  Tampoco habían señales en los sueños.

Hoy,
a la misma distancia de siempre,

36 suspiros.
Y yo aquí, conteniendo la respiración.

Podemos tropezar mil besos,
pero este alma lleva tanto cerrado por olas
que cómo vamos a saber amar.

Para bien o para. Mal.
Las ilusiones, los desmoronamientos,
la sutil diferencia de asomarse al amor con miedo a caer,
o a tirarse.

Ya te lo dije:
sujetame fuerte,
que yo salto. Mortal.

Anoche se me cayó
un año de olvido al suelo.

No me culpes, cariño,
pero aún sigo pensando que con esa sonrisa
podría correrme
en cualquier esquina de esta ciudad.

Te sabías de memoria el lugar exacto donde tocarme
me iba a matar. Y no lo hacías.
Y voy yo, y te llevo la mano.

Tu corazón-granada me ha explotado en la boca. Y alegre, y herida, me pierdo en este río
por no llorarte de nuevo.

Podría pasar la vida jugando contigo
a la ruleta rusa,
pero con todas las alas. No me ates.

Me acuso de mirarme las llagas de los pies. De hablar como se habla en los cementerios: a nadie.
De querer demasiado, sin medir a quién.

Cuánto hace que no me siento isla.

Te he visto caer en medio de todo el mundo
y no se han dado cuenta.

Si quieres empezamos por el final
y reconstruimos los deshechos.

Pero cuidado,
el verano está a punto de acabar
y aún no me he muerto. 

viernes, 2 de agosto de 2013

La verdad es que miento. O no. Qué dudo.

Me rompo

Es como si te hicieras una herida sobre otra que ha cicatrizado ya.
Y te pusieras a buscar la forma
          de que tocarte no te duela.

Como aquel niño al que no le daba miedo la sangre. Y se lamía solo.

Que lloraba sólo cuando nadie le veía
hacerse mayor.

Baila; amor
para que la tristeza no se vaya
también

Encoge el corazón, envásalo al vacío
y cuidado con dónde lo tiras.

No es que quiera que te quedes,
pero mientras, ¿por qué no vienes
a sentarte a mi lado en las aceras?

La vida pasa a 200 y sin frenos,
disfruta.       Este tramo
en el que hacemos el ángel entre tanta basura.

Tinta que te tiñe la ropa.

Lo peor de todo esto es darte cuenta de que para salvarte
tienes que huir

En un avión que pierde altura.

Nubes en tus sueños. Fiesta de fantasmas
que no te invitan a otra copa.

Se te estrellan los pájaros en la cabeza.

Tienes el futuro ahí,
al lado, mi mano.

Siéntate conmigo, anda,
Corre. Te.
Vuela.

Pero no me dejes
como al niño

que alguna vez alguien fue. Quizá tú.

Te quiero como si pudiera.

Decirte

Permitirme

Sentir

La verdad.

jueves, 1 de agosto de 2013

Vuelvo a casa como si no supiera a dónde me había ido.

Me habían dicho que si estaba deprimida,
que no salía de casa si no era de noche y para andar por la arena.

Como las locas.

Yo sabía que era una isla, y que
por mucho que queramos,
las islas siempre estamos mejor solas.

Me he mojado los pies en el mar de unos ojos que lloraban porque volví a marcharme.

(Creo que aún hay gente que quiere construir puentes hacia nosotras.
Como si eso no fuera ponernos unas esposas de besos.)

Llevo sin querer a nadie desde que me topé por casualidad con el que me descubrió.

Tonta yo,
que creí poder ser desconocida de nuevo.

Pienso mucho en tu despedida, cuando me soltaste algo así como que
si tocaba el cielo
te recordase. Pero cariño, marqué tantas veces el número de tus lunares en mis letras
cuando estuve en el barro
sin encontrar respuesta,
que me he quedado sin huellas para que me sigas.

Ando por calles llenas de luces y no veo ni un puto túnel en el que esconderme.

No sé si estoy triste, pero en este accidente parece que no queda nadie que cuente que nos ha vivido.

Ya me he vuelto a olvidar de porqué creo que he vuelto.  Ya me he puesto a llorar por cosas
que no me tocan ni de lejos.

En casa no hay nadie. Me gusta.

Me han dicho que desde que no estás cerca
sonrío menos.

Pero mejor. Amor, estoy en un punto en mi vida en que nos puedes comer el coño, indistintamente, a mi soledad y a mí.

No quería irme
sin que lo supieras.

miércoles, 10 de julio de 2013

Hasta mis auriculares sienten pena del lío que me he hecho.

                                                       "Solitario y llorón, me masturbo todas las noches." La cabra mecánica.

Tengo el alma como el grifo de la cocina:
goteando.

Las pisadas no me dejan huella.    Vuelvo.
A una casa que no conozco.

A la playa que te tiene
y yo no.

Después del miedo, ¿qué va a venir?

Además de la ducha en que lo lloras todo,
hasta la sangre
que se confunde de vena
y termina por el desagüe con una danza hipnótica.

Quítame el humo de los huesos, amor.

¿Alguna vez has andado por un lugar muy transitado de noche y has visto cómo se queda tan desolado al llegar los primeros rayos de luz que dan ganas de dejar de respirar?

La solidaridad de dos corazones que se rompen
a la vez
cuando uno ya no reconoce al otro.

No hablo de mí, no te preocupes.
Hace tiempo que ni yo me habito.

Escribo sobre lo escrito por si te borras.

Dime qué quieres, y me desharé por ti.      Lo peor del amor
cuando termina
es cuando no te das ni cuenta.

Ni notas los cambios.

Lo peor de que se acabe
es que ni siquiera te importe.

¿A qué viene toda esta apatía emocional, cariño?

Empieza a cansarme el desgaste.  No es la nada, ya ves,
no estoy tan mal sin echarte de menos.

Y es que si no volviste a mirarme,
¿cómo querías que acertara
cuando disparaba a las comisuras de tu entrepierna?

Tampoco importa,
nunca tuve buena puntería.     Y tú no estás.

Sigo haciéndome preguntas estúpidas
que nadie responde,
por ejemplo
¿Por qué existe un verbo para las mentiras
pero hay que decir la verdad de una en una
porque no actúan?

Como la realidad,
que tampoco. Los sueños
se dejan hacer
pero ¿lo que es real
cómo se demuestra?

Hace calor.

Sigo hablando de ti,
con la camiseta negra que me regalaste
y en bragas por la casa.

¿Qué habré hecho yo para no merecer esto?
Encontrarte por las esquinas escondido
preparado para asaltarme con cosquillas y besos.

Ojalá una orden de alejamiento a los sentimientos en días de resaca, joder.

Aquí vivo, y así. Con la duda.

Y si nunca te hubieras ido.

No sé si quiero preguntarlo ya.

Ahora
cuando te vea y no te bese,
y nos callemos
porque ya caímos demasiado.

Ahora que te miro y no me veo.

Tú no me conoces,
¿cómo voy a pedirte que te acuerdes de mí?

Tengo tus pies deshaciéndome,
el camino.

Anoche escribí: tus allstar no me dejan ser.
De restos
no puedo vivir.

¿Cómo llora una isla desierta? ¿Es como lo del árbol que cae en mitad del bosque y nadie lo escucha?
En cualquier caso, me parece bien.

Soy incapaz de contar la cantidad de olas al día en que no me encuentro.
Por si acaso, últimamente, sólo me busco en cementerios.

Mi cuerpo ha dejado de insistir en salvarme
cada vez que me suicido.

Tengo idealizado al destino
por la parte que te toca.

La seguridad nunca me ha acompañado mucho
pero hoy se me ha colgado del pecho,
concretamente
del sujetador de encaje que tanto te gustaba.

Podríamos follar otra penúltima vez
si no vienes a romperme.

Me haces sentir, vida
pero ¿dónde estaba yo antes de todo esto?

¿es posible el amor entre un pájaro ciego
y un árbol caído?
Sé que sí,
aunque cuando intento pensarte
acaricio mis costillas en busca de tu nombre
y ya ni hundiendo el puño entero te noto aquí.

Nadie sabrá nunca lo que fuimos,
y en todos tus libros hablaré de nosotros.
Beberé las primaveras que habrán anidado en tu pelo los años en que no te visité,
me olvidaré de los cerezos
para quedarme sólo en tu sonrisa.

Seguiré cuidando de la isla
aunque viva en un desierto inmenso, como tu abrazo.

Volveré a escribir en el terreno árido
del corazón un cartel de
'prohibido el paso'
con la saliva de otros vientos que me arrasen.

Ya sabes,
las brisas nunca vienen solas.

En mis puertas pintaré ventanas
abiertas
por si acaso también.

Cambiaré de estado de ánimo
un millón de veces
en lo que dura un poema.

Me perderé de vista
ahora que sé que el verano sólo existe en el cielo de tu boca.

Sújetame el pelo, cariño,
que voy a emigrar sin maletas
mientras dure este invierno.

jueves, 27 de junio de 2013

'Yo podría haberlo hecho mejor' Habla de felicidad. Pero dónde.

He pasado noches sin dormir. Muchas.

Desde hace un tiempo
ni al insomnio le veo pasar por aquí.

No me gusta. A pesar de mi médico.

Quiero llorar y parezco una fuente que no funciona
en un parque
al que ya no vamos a besarnos
y nadie se detiene a arreglarlo.

He girado sobre las agujas del reloj tantas veces
para que me miraras por un segundo
que estoy mareada de desesperanza.

Padezco una terrible enfermedad llamada despertar.

Hoy lo he hecho desde la sala,
en el mismo sofá incómodo de hace un año. Sin ti.

Ayer me dieron las llaves de un nuevo corazón,
que estaba más en silencio que el mío.

Ahora ya no quiero volver a abrir los ojos.
Creí que era la luz de un paraíso
pero seguía siendo la misma cárcel.
De hace un año. Sin ti.

Aún pestañeo esperando que aparezcas
con un 'te quiero
pero no te lo digo' en la boca
mientras me besas.

Capullo.  Estoy en modo recordarte y no se me acaban las pilas.

Y no te has molestado en llamar
desde hace un año.

Tampoco importa,
pero yo sigo despertandome con una soga al cuello,
aunque ya creo que es culpa
de dormirme vestida
esperando que tus manos me desnuden.

Perdóname,
se me ha metido un mal recuerdo en el ojo derecho
y no he podido evitar una sonrisa furtiva. Nada grave.

Ya sabes que no he querido nunca
evitar el daño.     Debería contarte
quién me hace ahora no llorar.

Mucho tiempo sin llorar me parece casi más triste
que mucho tiempo sin reír.

Aquí me tienes, detenida,
mirando por donde piso
por si rompo a alguien que no sea yo.

Por querer, ya no quiero ni encender el portátil,
te escribo desde el móvil, como una idiota,
por si de repente me agobio
y me da por enviartelo.

He vuelto a dejar los proyectos apartados,
y Ella me dice que hable con un especialista,
que una de mis personalidades está deprimida

y yo que no, que la deje.

Y ahí está, apartada y sola.

Necesito un vestido de flores
que me sonría a mí.

Aún quedan amigos; lo sé porque Carlos me ha enviado un audio borracho, y sigue queriéndome.

Porque Irene está triste, y yo voy a abrazarla en cuanto tenga dinero.

Y ya sabes que yo quiero a mucha gente,
pero por muy poca cogería vuelos.

Pero es que sus alas.

Desde que no lloro
no escribo. No tienes la culpa. Él tampoco.
Aunque le echo más de menos que a ti.

Pero a ti tengo que contarte lo de Manu. Y todo lo demás.
Que me des la mano
para empezar a romperme. De nuevo.

A derramar mares de una jodida vez. A beberme el roto y la copa.

El fondo del vaso me pone cachonda lo mire por donde lo mire,
y lo vea como lo vea.

Y ya no bebo para olvidar nada. Y prefiero la nostalgia.
Tonta yo. Que ya no me llamas.

Voy a soltar, otra vez los poemas.

A volver a mi abstinencia en los bares y el papel.  A cuidarme
la salud de hierro oxidado. A fingir la sonrisa.

A castigar a mis voces sin rincón de pensar.

A no abrir el facebook, por si tus fotos.

A no enviarte lo que pienso
ni siquiera borracha.

A dormir en una cama
que nunca ha sido mía, hasta que me mude de alma.

Que en esta ya no se puede querer a nadie.

Y mucho menos a mí.

lunes, 10 de junio de 2013

"Más indoloro en cada trago. Ya soy inquebrantable, por eso me rompo. "
                                                                  Álvaro Perals


En mis aceras se debaten la vida y la muerte, la soledad y la nostalgia... Todas borrachas de olvido,
de tristeza porque no las acompaño.

Ya no me siento a su lado a contar batallitas perdidas y guerras trasnochadas.

Se me hace más tarde cuando anochece que si madrugo.

Puedes pasear mis calles, he dejado las luces de mi alma encendidas. Ya no cargo mis cañones con poemas, se me ha secado la pólvora, el miedo y el seso.

Busco inspiración en el futuro y me sabe a nada.

Trato de acercar mi mano al pasado
y nada.

El presente no dura ya ni un instante. Y se me ha ido volando.

Tu recuerdo no me acuerdo a qué sabía. Y los pocos planes que me quedan no te incluyen.

Tierra a la vista, y yo ciega. He descubierto un mundo nuevo y para qué.

No te pienso, ergo ¿ya no existes?

Tus cicatrices no me queman cuando se acercan los días de sol. El cambio climático me ha abierto un agujero en la capa con la que envolvía las mariposas; a ceniza me saben los sueños que ya cumplí.

Las voces de mi cabeza ya no me hablan.

Que me quede o me vaya
de nada me vale
si ningún lugar me tiene
o me falta.

Estoy aquí y allá,
soy
porque todos somos. Un abismo.
Díselo a Nietzsche para que me mires bonito y yo te pueda admirar.

Esta saliva me sabe a alimento de tiburones.

Que crea en las personas no significa que tenga fe en la humanidad. Vaya asco.

Qué me doy.

Me clavas las pupilas en la distancia como esperando verme sangrar sin mirarme,

como queriendo otra herida.

Como culpándome por irme cuando te empeñabas en que no podía esperarte.

Me sonríes ahora, fingiendo una amistad que no tenemos,

recordándome tus besos,

diciendo: hoy te lo comería, cariño, para que no olvides que me has querido y te tengo, que toda tú sigues siendo algo mío.

Discúlpame los versos
en que te extraño.

Te sorprende -y a mí-
que siga viva después de
sobre todos

Aquí ando, creyéndome cuerda y sin ahorcarme...

Como cuando choca la ola contra un acantilado y te salpica, pero no consigues ver el mar. Así de ciega.

Como un eco tras una montaña que hace siglos que no escalas. Así de torpe.

Como pisando las brasas y, en lugar de quemarme, notarlas deshacerse a mi paso. Así de vacía.

Como una isla descubierta. Despedazada. Violada y abandonada a mi mala suerte. Como yo.

Tras una tragedia veo: Todas las dignidades muertas.

Y los sueños muertos.
Y las éticas
muertas.

Yo, por mi parte
no dejaré testamento
pero sí una nota de suicidio asistido, y, concluyendo diré que en mi epitafio
quiero que aparezca:

Es mi hora de sentarme a sentir cómo siento ahora que no me sentiré ya más.

Es mi adiós a mí, Dios. Espérame en la puerta, pero no abras
que ya tengo pagadas un par de noches de fiesta
en el infierno.

lunes, 20 de mayo de 2013

Prefiero la resaca.


Los lunes que te escribo,
con permiso de Ernesto.

Y seguiremos regalando flores.
Gracias a Juana.




Puede llegar tantas veces el invierno cuando tú no estás...

hay un sofá naranja,
una isla despierta, como me dijo Irene
cuando yo no sabía que no dormir
no era para tanto;

hay una cesta de fruta
podrida
que se parece a nosotros,

hay un niño llorando en el piso de abajo
y parece que nadie le hace caso. Como a nosotros.

Hay una tormenta de nieve
que me está abrasando por dentro

hace frío
y sudo por no llorar,

desde que no te veo prefiero que salga el sol a todas horas para que no me dé tiempo a soñarte nada,
ni un poquito.

Estoy buscando casa,
últimamente me paso la vida en hospitales,
me he replanteado dejar la carrera unas 40 veces por minuto,
sigo queriendo ir a África,
coger algún avión a algún lugar donde nadie me conozca,

-el otro día Satu me dijo que se va a Finlandia
y yo pensando en Laponia;
me contó lo de que durante un mes no hay noche allí,
y que era un asco,

desde entonces, te lo aseguro,
quiero vivir en Laponia.-

Los trenes siguen siendo la cosa que más pena me producen,
tan con una estación fija a la que ir
y siempre volviendo. Como si no les sirvieran para nada
los kilómetros que han vivido. Como a nosotros.

¿Has visto? Invierno de nuevo
a mediados de mayo.                             Y yo creyéndome noviembre.

Diría Robe ahora:
Ya todo el año me hace daño y me vuelvo a llevar
a patadas con la primavera.

Como alguien me vuelva a decir
que no puedo estar triste
le doy una hostia.

Llevo buscando tanto tiempo la forma de quedarme callada
cuando quiero decirte que quiero follarte,
que sólo he conseguido minimizar daños. Y hablar de follar
con otros. Eso también lo he conseguido.

Todo esto son cosas que debiera contarte
y no puedo,
porque no sé a dónde has ido desde que te fuiste.

Sólo me había enamorado una vez de unas manos,
las suyas. Pero ahora que he visto desaparecer montañas
es cuando he dejado realmente de creer en la magia.
Qué clase de artista amaría algo
que se va
de una manera tan sencilla.

A veces me encantaría tropezarme contigo y decirte
que he hablado con el destino y que aquí estoy,
que qué excusa vas a ponerme ahora.

Luego lo pienso mejor y me lo trago.

Últimamente sólo me trago palabras.

Me he dado cuenta de la sutil diferencia que hay
entre seguir con tu vida
y rehacerla. De la poca importancia que tienen las cosas que me pasan
desde que no eres tú;

es como cuando salgo de la ducha
y no me apetece vestirme
y no te encuentro en la cama para impedírmelo.

como sentarme a ver la tele durante horas
y no tener ni puta idea de lo que están dando.

Desde que bebo para olvidarte
prefiero la resaca,
que al menos me recuerda el porqué.



Lo reconozco, desde que no estás
no escribo a menos que sea para contarte
lo que no puedo contarte porque no estás.


Me estoy abrigando con todo lo que te echo de menos
para pasar otra noche en el infierno,
 sola.

No sé qué digo, ahora sólo estoy segura
de que en una da estas recaídas en tus recuerdos
voy a morirme

 de sobredosis                                                o pulmonía.

domingo, 12 de mayo de 2013

Cuidado con mis cristales.

Hace tanto que estás callado. No conozco tu piel. No te veo
ni te escucho danzando por aquí,

¿es que duermes o qué pasa?

Si has sacado a otra a bailar
mejor avísame.

Estamos a tiempo de perderlo.
Pero para el amor no te queda; eso que no se me olvide,
por favor.

¿A cuánto me cobras la sonrisa?
Mira que se me ha ido puliendo con las piedras que me han rodado por encima
y ahora ya no mido a quién se la regalo.

¿En qué aleteo desistirá la mariposa?

¿En qué cama te soñarán esta noche?
                                                       Además de en la mía, claro.

¿De qué grano harás una montaña de hambre? ¿A qué río culparás
de que no llores?

¿A quién devorarás hoy con rabia? (Yo aquí estoy, por si te sirve)

Te cambio mi buena muerte
por 7 años de mala vida a costa de tu reflejo roto.

Esta calle no lleva a Roma,
camina tranquilo.

Hay náufragos en desiertos.
Hablo de islas.

Y de mí.

¿Cómo no hacer caso a tus manos? Si prefiero madrugar en tus pupilas y
que me abraces cuando no sé qué es lo que espero.

Ojalá tu voz resuene dentro de mi boca
cuando despierte.

Se me han borrado las huellas dactilares de las caricias que no te he dado.

Me muerdo los labios por no quererte a todas horas,
y el sabor metálico de la sangre
me recuerda al avión
que nos separa. Y no quieres coger.

Haces más herida cuando me giras la mirada que el destino.
Cuidado con mis cristales,
son de las botellas de ron
que me he tragado por no olvidarte.

Yo ya sólo quiero dormir desnuda
en una playa
que no lleve tu nombre.

Perdóname... se me ha agotado la impaciencia: Me voy,
no quiero recordarme

que ya no estás.

martes, 30 de abril de 2013

A la distancia, que es muy puta. Y a ti,
claro.


Hay noches en que el insomnio se viste con tu nombre
y deja huella.

Como cuando gritas desde la cama
esperando que la montaña, solitaria y dormida,
responda a tu eco.

Como si el vacío se vendiese
por metro cuadrado a construir. Y tú dieses para ciudad entera.
En ruinas.

Como las noches en que dormir
es peor
que caerse al abismo
por voluntad ajena.

Como esperar una respuesta
evitando formular todas las preguntas.

Como dejarlo todo por esta distancia
entre tu sueño y mi insomnio.

Como el mar que me susurra que mejor
me olvido de ti.

'Y si no, qué' le dijo la Poesía a la razón.
Nosotros respondimos:
Pues mejor.

Quiero dibujar tu manera de dejarme sin corazón
cada vez que me miras.
Pero de este pincel que son mis dedos
sólo me salen
manchas de tinta
sobre la piel.

domingo, 28 de abril de 2013

*ponedle título vosotros*

Cariño, necesitamos distancia. Dos mil km me parecen muy pocos. Las 500 noches sin ti, me han parecido 19 días.

Soy un kamikaze desenamorado que ya sólo puede aprender a hacer crack.

Tengo que dejar la música, los excesos.

Ya no te quiero tanto.

La poesía que ahora me cuelga de las manos se parece demasiado a lavar los platos, a tender la ropa, al polvo de las botellas de ron que dejé en las estanterías.

Amor, no me sale llamarte amor desde que no me desayunas. Desde que en lugar de pasear desnudo, te vistes corriendo al salir de la ducha.
Después de correrte.
En otra casa.

Perdón por el drama.

Por recordar que habíamos olvidado. Por interrumpir de nuevo tus cuentos. Por despertar a los fantasmas.

Tengo sueños en los que ya no puedo dormir. Y es tu culpa, ¿quién te manda a soltarme la mano? Y lo que es peor,
porqué.

domingo, 14 de abril de 2013

Visceral


Hay que ser visceral
en los poemas,
el amor no lleva (a) nada;

visceral.

Cómo me gusta esa palabra,
ojalá salpicar todas estas paredes de ruido y vísceras,
y quitarte esa sonrisa de que todo va a ir bien
como si creyeses de verdad
en nosotros.

He soñado con cielos naranjas
y he creído estar en el infierno. He dejado de dormir,
te he buscado
y no estabas. Y he sabido que, otra vez, algo se me había muerto por dentro.
Como cada mañana desde que no estás.

Nunca fui un capítulo en tu vida,
como mucho
un verso que se te colaba
entre copa y copa en la bragueta.

Adoro las películas que me contabas
para que me fuese de la cama;
aquellas de fantasmas muriendo de soledad
y cada día más vivos.

Tengo el pecho vacío. Los pulmones
negros.
Las venas colapsadas del veneno de tu despedida.

La nostalgia me sigue pareciendo una puta
disfrazada de buenos recuerdos,
que cobra caro los billetes de vuelta
a una casa
que ya no se parece a nada nuestro.

He perdido trenes
que nunca me molesté en coger. Me he subido a aviones
por amor al arte
y a las personas. Y para qué.
La ilusión es el primer paso
para perderlo todo.

No creo en la tristeza
porque cada vez que quiero llorar me masturbo.
(De ahí que mi espíritu masoquista
se pelee cada noche por pensarte
y tener otro orgasmo)

Sé que he sido feliz
aunque no me he dado cuenta.

En fin, dime qué me has hecho, por favor.

O mejor,
no me lo digas
pero deja de hacerlo.

Y antes de irte
deja las llaves en la puerta
y recuérdame lo de las vísceras
para el próximo poema.

Poesía, porque me has abandonado.

"Los domingos sin ti
son días más tristes,
a menos que salga el sol,
entonces eres tú, que me estás brillando."
(No sé de quién es, pero.)


No escribo porque tú ya superas cualquier poema mío,
y no me atrevo.

Me acojona pensar he dejado las letras,
pero es que se me hace tarde
a diario
incluso cuando no tengo a dónde ir.

Prostituir un par de versos,
hacerlos trabajo u obligación,

esto no es poesía, porque me has abandonado. Ya ni me lo pregunto.

Al final creo que es ella quién me ha dejado sola, la poesía, digo,
por celos
o porque te prefiere a ti, aún no lo sé. Lo discutiremos en otro momento,
cuando no vaya con prisas
a ninguna parte,
ya me entiendes.

domingo, 31 de marzo de 2013

Este poema estaba pendiente de ver la luz,
pero hace tiempo que se había asomado
por mis páginas, conste.


Ya no sé qué es verdad
y qué mentira
cuando hablo de este dolor.

Tengo las piernas temblando,
y las siento palpitando
como si algo o alguien quisiese escaparse
o revolverse
entre ellas.

Cuando las miro, mis ojos laten al unísono
y no sé qué delirio
me está atacando esta vez.

Llevo un calor dentro
que me está quemando hacia afuera,
desde las puntas de los dedos.

De ahí mis cicatrices, corazón.

Cuando quiero calmarme
pienso en ti,
enredado en mi pelo
como un niño columpiándose en el parque

Te he buscado en una calle
encendida de futuro
y algo ha vuelto a salirme mal.

Vuelve el fuego

el dolor

y entonces te noto tirar de mí.

Con fuerza. Con rabia.

Y vuelvo a no saber si quieres
o intentas
domar a la bestia
o hacerme pagar todos mis fallos.

Me has dejado las rodillas desgarradas,
y con ellas, la garganta seca de
tanto gritar tu nombre;

me convierto en un mar dónde todos naufragan,
quiero decir:
llena de muertos y muerte.

Y me despierto, dolida,
sola,
vacía. Tú has dejado de ser mi inmortalidad y yo,
yo estoy sudando
aunque aún no has venido. Puede ser que hoy
otra vez
me acueste temprano
para no pensar en ti. En que te has ido, de nuevo
sin despedirte

En que me he quedado sin piel
y tú
te has dejado un poco de saliva
entre mis sábanas.

A ti


Gracias a Joaquín,
por las canciones,
por las puertas de emergencia.




He visto una sala de estar
dónde nunca ha estado nadie,

he visto casas sin tejados
por los que imaginarte bailando,

he visto luces
que no terminaban en túnel
sino en casa.

He visto gente caminando por la calle
como si les pesase el reloj.

He visto niños
que ya no salen a jugar
porque no saben
o prefieren ahorrarse el mal trago

de aprender a perder.

He visto a parejas rotas
dándose la mano
tras un nuevo encuentro.

He visto a parejas felices
que ni se tocan.

He visto nubes incapaces de nublarte,

y te he visto llorar
dejando al cielo más claro como el más oscuro.

He cantado en los pasillos
de los hospitales.

Perdí las ganas de Navidad,
Carnavales, y otras fiestas de guardar.

El verano dejó de interesarme
el día en que te quedaste después de despedirte.

Tengo miedo de contarte que tengo miedo,
a ti, como diría Sabina,
que te lo haces.

A ti que no me dejas limpiar la sangre
en la que ahogué tus recuerdos.

A ti que te paseas como un gato en celo
y nunca terminaste de creerte
aquel cuento de París.

A ti que no entendías la diferencia entre bailar sola
y un bolero.

A ti, que ya no quieres que te cuente
cuentos para no dormir.

A ti que me dejaste aprender a arañazos
lo caliente que se vive en el infierno.

A ti que ya no te quedan fuerzas
para pasarte por aquí.

A ti que no has llorado
ni una sola vez
nuestros errores. A ti,
que ya ni lees
lo que escribo
sobre ti.

Amor, no me he ido del todo, ya ves, a veces me asaltas en la noche
me tocas los versitos que inolvidablemente te escondo a diario

y ya no me caben otros besos

Pero ahora consigo ir caminando en dirección opuesta a tus pasos,

para verte fuerte y valiente,

para recordarte irrompible

para no saber en cuántos pedazos
te partí.

Ahora me siento en la ventana,
como si mirar a la calle
volviese a mostrarme la vida que puedo permitirme,

y sonrío tonta,
creyéndome dueña de algo
aunque sea un sueño
que casi puedo tocar.

Y me quedo parada,
fría
esperando que alguna canción me saque de este lío.

Pero            al final
 siempre termino viendo
esa pared verde,
 en ruinas
del edificio de enfrente.

viernes, 22 de marzo de 2013

El cuento que acaba por el Principio de repetirse.

Me despido en las aceras corriendo. Bajo una lluvia que empapa si le da la gana.
Te beso en la mejilla porque es lo correcto.

Te prometo que luego te escribo que llegué bien, que no pasa nada.

Que si mañana nos vemos te enseño cómo sobre-vivo y dónde. Que el 508;
toca, que tengo la puerta abierta para ti.
Tú siempre has tenido entrada libre desde que hace dos años apareciste, y
dos años después,
aquí sigues. Ya sabes, que si me acompañas a casa, beso-seguro de vida. Eres mi ambulancia.

Que te he echado de menos y ya te estoy echando. Que vuelvas.
Que cuánto tiempo esta vez.
Que si te quedas a desayunar.
Que qué hago conmigo y contigo.

Tu coche azul cielo nublado se ha evaporado en la curva y yo sigo pensando que
qué
hago contigo,
y conmigo.

Que te he puesto el desayuno en la mesa, osea,
en la cama. El despertador da marcha atrás, no te vayas. Todavía.

Prefiero tus tontas excusas para verme, que las idioteces que te inventas para no venir.
Soy demasiado conformista, ya me conoces, no me hacen falta motivos para esperarte.

Lo más bonito que va a sucederle al amor, voy a hacertelo a ti en cuánto llegues.

Te he escrito otro poema,
ya ves, no pasó nada.

Te saludo con un beso en la mejilla,
porque es lo correcto.

Ha salido el Sol, te desnudo corriendo al entrar por la puerta.

Empezamos.

lunes, 11 de marzo de 2013

'Del alcohol nace tu risa', me dices.


'Amor, esta mañana otra vez
he vuelto a masturbarme
pensando en ti'.
Un No tan Anónimo.
Al que le dedico mis vidas pasadas. Por ron.


Hazme el favor de dejar de manosearme así el corazón,
cariño, que ya no sé si estoy dispuesta a correr
o a correrme.

Aún no sé si te quiero,
probablemente sí, casi seguro.
Es más, a veces tengo unas ganas irrefrenables de ir hasta ti
y contarte esto:

Que lluevo en la cama
mientras me brilla el sol en el techo.

Que pienso en chocarnos
como si de un accidente de avión se tratase
y fuésemos las alegres víctimas
que murieron en el intento de ayudarse a levantar. No sé si me explico
o es que sólo quiero llamarte, Atención.
La curiosidad le pidió un beso al gato,
y al final tuve que matarlo yo, joder.

Voy a seguir marcándome la piel hasta que se acabe la tinta,
no lo dudes.

Puedo matar por compasión y morir por sobredosis de abstinencia.
Qué le voy a hacer. Todo lo que le pido
a cada noche
es poder colocarme otro poco
con tu semen.

Amor, no sé nada de nosotros,
sólo que éste mar que nos baña está gritándote: Ven y mójate,
no importa de quién o con qué, pero ven rápido.

Recuerdo que aquella primera vez que intenté soñar
te encontré a ti
              volando
                   salvando paraísos
                        luchando
                                por un mundo
                                         mucho mejor.
Por eso te dije que nunca me quedaría,
nunca,
nunca. Y al final
te quedaste tú conmigo. Perdón por el daño.

He bebido de más y ya he vuelto a sonreírte.

Te había avisado de que no vine al mundo
para romper aún más
almas ya rotas,
sino para encontrarlas y resucitarlas. Ese complejo de
heroína, a la que te has enganchado, ya sabes.

Las rayas no existen, apunta, son sólo muchos puntos -o gramos-
en una recta. Es por eso que no creo en la línea de la vida
o eso me digo
para dormir mejor.

El infinito siempre me pareció un cero bailando la danza del vientre
con la que aún no te he seducido. Verás,
sé que todo tiene un principio,
pero a mí me acojona no tener idea de qué tan lejos lo dejé.

Llevo el peso de otras personas en mi costado. Cómo te haré entender
que en la tercera costilla de la derecha tengo 12 años y estoy llorando en un parque de Buenos Aires.
O que en la séptima izquierda,
ésa sí que duele,
me estoy desangrando en un barrio de Ámsterdam. Que en una de las vértebras de mi columna,
la segunda desde abajo
si no me equivoco,
estoy en Perú paseando de la mano de un niño moreno que me dice mamá.
Cómo te cuento esto sin que me tomes por loca y te vayas,
Te vayas ahora que estoy aquí para salvarte,
ahora que voy a quererte sólo como puedo:
a pelo
y sin medida. Ni tiempos.

Ya te lo he dicho: no he venido para quedarme, no sé hacerlo,
sólo estoy para besar tus rotos cuando te sientas abandonado,
para ser un parche
que puedes quitarte
quitarme
cuando quieras.
Te arrancaré la bala y dormiré en tu herida
hasta que sane.
Y tú serás otra muesca en mi espalda,
otra historia que no sé si recordaré en mi próxima vida.

Y entonces, volveré a marcharme,
para siempre,
otra vez
antes de que despiertes. O yo tenga otro orgasmo
de tanto verte suspirar.