Ser, apenas, la niña que en el umbral del deseo pudiera, o no, trepar tus manos. Hundirse en ellas.
Ser, siquiera, una loba famélica en busca de huesos.
Ser, sin excusas, el cuerpo tibio que reposa bajo tu mirada.
Entonces ¿qué me hará extrañar tanto si la noche es mía y yo abro los ojos?
¿Qué me hará soportar el tedio cuando tus dedos avancen?
Si estoy tan sola, dime, ¿cómo haré para buscarte si te alejas en cada madrugada?
Si te lleva el sueño, dime, ¿dónde reposo mi tristeza?
Dime, ¿qué quedará de mí cuando descubra que no he vivido?
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